La niacina es también conocida como ácido nicotínico o vitamina B3.

  Algunos años atras los físicoculturistas usaban niacina antes de subir al escenario para verse más vasculares pensando que la vasodilatación resultaría en volúmenes más llenos durante las poses obligatorias. Aquéllos que participaron en shows amateur en los 80’s, posiblemente recuerden el incómodo hormigueo o participantes que no conseguían desfilar debido a la intensa vascularización producida por niacina.   La niacina eleva el colesterol HDL en un 20-35%. Como data numérica estos efectos serían suficientes para que los médicos prescribieran su uso en pacientes con elevado colesterol o bajo colesterol HDL. A pesar de la atención de los medios a la reducción del colesterol HDL asociado con ASS, se ha notado que aproximadamente 54 millones de personas en Estados Unidos se benefician con el aumento del colesterol HDL. La niacina, así como la forma prescrita, Niaspan, ha mostrado en estudios clínicos reducir la morbosidad (enfermedad) cardiovascular y mortalidad en pacientes.   Debe notarse que las formas no vasculares de niacina (nicotinamida e inosol hexacotinato) no demuestran los mismos efectos en el colesterol HDL. Y también a pesar de que ambas formas de niacina son relativamente equivalentes en términos de colesterol HDL, la forma continua tiene una mayor asociación con la hepatotoxicidad.   Comparado con estatina y fibratos, la liberación inmediata de niacina evita los riesgos antes mencionados, es efectiva elevando el colesterol HDL, no es costosa, se encuentra sin prescripción médica y no ocasiona trastornos estomacales, no se ha asociado con rabdomiolisis (excepto cuando se usa en conjunción con estatina), y no ha reportado efectos en la testosterona. La niacina tiene un efecto adverso potencial, como cualquier terapia con droga, se debe discutir con su médico. El más común es un rubor cutáneo, que pica, un efecto en la piel que dura unos 20 minutos.   La niacina puede causar tensión en el hígado, por lo que no debería tomarse con ninguna otra droga que tenga efectos similares o por personas con problemas hepáticos a menos que sea indicado por un médico.   Puede perjudicar la tolerancia a la glucosa, preocupante para aquellas personas que tienen resistencia a la insulina o diabetes. También puede elevar los niveles de ácido úrico, lo que forma esos dolorosos cristales en aquellas personas que sufren de gota.